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La heredera 5. Fin de la herencia

No tardé en llevar mis labios contra su polla. Mi lengua recorrió todo su prepucio degustando el agradable sabor de la polla de Marga. Mis labios se fueron abriendo para dejar paso a semejante salchicha. Las manos amasaban suavemente sus testículos. Poco a poco fuí avanzando hasta que no pude mas. Miré arriba y pude contemplar el beso que Marga y Pepa se estaban dando. Marga parecía querer comerse a Pepa, aunque Pepa recibía gustosa las caricias de Marga en sus pechos.

Volví a concentrarme en la mamada que le estaba haciendo a Marga, y comencé un movimiento metiendo y sacando su polla con mi boca al tiempo que con mi lengua iba repasando cada milimetro de su polla. Calculo que así estuve unos diez minutos durante los cuales Marga habia desabotonado la blusa de Pepa y ésta habia quitado el vestido de Marga.

El mirar arriba era un auténtico espectáculo. Dos preciosas mujeres besándose y mostrandome unos perfectos senos.

- A que está rica? -me dijo Pepa.

- Y tu que sabes, si nunca la has probado? -la replico Marga.

- Eso tiene fácil solución, la contestó Pepa, que agachándose junto su boca a la mia.

Yo cedí el testigo a Pepa que avariciosa engulló el pene de Marga en un santiamén. Me incorporé y tomé el sitio de Pepa comiéndome la boca de Marga, que parecía excitarse probando de mi boca el sabor de su propio pene.

Pepa también se estaba aplicando a tope con la polla de Marga y quizás por lo que Marga sentía por ella, Marga se estaba excitando muy rápidamente. De pronto, exhaló un gruñido y comenzó a tener espasmos al tiempo que Pepa se aferraba a ella y aceleraba sus movimientos. Estaba claro que los honores que Pepa había rendido al miembro de Marga tenían su premio con una evidentemente larga corrida, que Pepa parecía degustar casi fuera de sí.

Yo me estaba sintiendo un poco desplazado en ese momento y me retire un poco. Pepa se incorporó para besar a Marga, compartiendo ambas el premio a la mamada. Como el beso y las caricias iban subiendo de tono, el ver esa escena hizo que mi miembro fuese poniéndose a tono y para no quedarme fuera de juego me acerque a ambas abrazándolas. Después de sobar a placer sus traseros lleve mis manos a sus pollas, para lo cual tuve que desabotonar la falda de Pepa dejándola caer al suelo. Comencé a masturbarlas aunque parecían ausentes, estaban en su mundo.

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