Cogiendo con travesti

Nos adentramos a una calle solitaria sin casas y solo la pared de aquel colegio, nos bajamos mientras mi corazón latía a mil, mientras que ella saco sus hermosos senos y me tomó por mi cabeza y me condujo a ellos con ansias y desespero, ambos estábamos bien excitados. Mientras yo le chupaba esas tetas bien deliciosas ella gemía como puta y me pajeaba la verga con desespero.

Luego de besar, chupar y succionar sus tetas, nos fundimos en un dulce y apasionado beso, nuestras lenguas se metían en nuestras bocas con desespero y pasión, luego ella se inclino delante de mi y se trago mi verga de una manera apasionante, yo solo pude decirle: ohhh!!! eres una diosaa!!! y después de un par de minutos chupándome la verga de distintas formas y cuando sentia que me iba a venir dentro de su boca, la levante, le saque mi verga de la boca y en medio de la oscuridad pude ver sus ojos brillar de calentura, nos dimos otro beso apasionante mientras ella no dejaba de pajearme la verga y apretarla con sus manos femeninas.
De repente le di la vuelta, la puse contra la pared, le alce el vestido mientras ella se hinco mas y me ofreció su culo enorme y tierno, le baje la tanga roja que tenia hasta las rodillas y pude ver ese orificio delicioso y caliente mientras que su verga tambien bien parada vibraba de deseo.

Me metí de cabeza entre sus nalgas y clave mi lengua en su ano dilatado y lo bese y lamí, lo chupe con lengua y todo mientras ella se retorcía de placer y me decía con voz excitante: dale mi amor ohh que ricio sigue sigue!!! amor me haces sentir muejer!!!

Le chupe el culo por mas de cinco minutos hasta que le dije; venga mi amor, te voy a meter!!
Ella saco de su cartera un condom y con su boca me lo coloco lo cual fue bien excitante para mi, y se paro de espaldas a mi y contra la pared y me volvió a ofrecer su culo y yo con mi verga bien parada se la empuje hasta el fondo de una vez, Ella se quejo sensual mente y yo comencé a darle verga a esa mujer, me gritaba toda clase de frases alientes, se abría mas las nalgas y sincronizábamos nuestras arremetidas.