Me la mamá un acosador

Lo desenvolví lentamente y lo introduje en mi boca, dibujando un anillo con mis labios dentro del cual deslicé el rojo caramelo, adentro y afuera, todo sin apartar mi mirada de él. Quien me la devolvía fascinado y —apenas lograba disimularlo— excitado. Seguro que pensaba que le había tocado el premio gordo.

Me moví entre la gente, despacio e insinuante, aproximándome de forma en apariencia casual; aunque seguro que captó —no sin extrañeza— mi intención. Me detuve ante él y me agarré a una de las barras de sujeción, moviendo con la otra mano el chupachúps dentro de mi boca. Observé con aire distraído las ventanas: la oscuridad del túnel las convertía en espejos, desde los que disfrutaba de una panorámica del interior del vagón. Podía saber quién estaba a mi lado, quién a mi espalda, quien miraba hacia mí…

Luego fijé mi atención de nuevo en él. Permanecía sentado, fijo todo su interés en mí, de modo que su rostro quedaba a la altura de mi pubis. Sus ojos radiografiaban sin pudor toda mi anatomía: ascendieron por mis tobillos, mis rodillas, mis muslos; intentaron atisbar bajo mi falda, pasearon por mi abdomen y mi obligo, husmearon la curva inferior de mis tetas asomando por el borde del top; y, al fin, subieron hasta mi rostro, donde se deleitaron con los movimientos de mis labios húmedos alrededor del caramelo.

Fijó su ojos en los míos con descaro provocativo, pasado ya su momento de desconcierto ante mi actitud. Interpretó mi mirada como una invitación y su mano se desplazó de su rodilla a la mía. Acarició la tela de la media que la envolvía y me observó, testando mi reacción. Como no encontró ninguna —no me aparté, ni me ofendí, ni me asusté; tan sólo seguí observándolo— lo interpretó como una aceptación y se tornó más osado. Su mano ascendió hacia el muslo desnudo y lo acarició, de afuera hacia adentro, aproximándose a la ingle. Su mirada se humedeció con una excitación malsana. El contacto de la aspereza de sus dedos sobre la suave piel del interior del muslo pulsó mi propia excitación. Quería que siguiera tocándome.